“Soy
yo quien decide”
“Explica
el columnista Sydney Harris, que en una ocasión, acompañó a un
amigo suyo a comprar el periódico. Al llegar al quiosquero su amigo
saludó amablemente al vendedor. El quiosquero, en cambio respondió
con modales bruscos y desconsiderados y le lanzó el periódico de
mala manera. Su amigo, no obstante, sonrió y pausadamente deseó al
quiosquero que pasase un buen fin de semana. Al continuar su camino,
Sydney le dijo:
- Oye... ¿este hombre siempre te trata así?
- Sí,por desgracia.
- Y tú, siempre te muestras con él tan educado y amable?
- Sí, así es.
- Y ¿me quieres decir por qué tú eres tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
- Es bien fácil. Poque yo no quiero que sea él quien decida cómo me he de comportar yo.”
“La
música está
en mí”
“Nicolo
Paganini (1782-1840), todavía es considerado como uno de los mas
grandes violinistas de todos los tiempos, aunque no por ello exento
de padecer algún percance anecdótico.
En
cierta ocasión se dispuso a actuar en un gran teatro lleno de
público, que le recibió con una gran ovocación. Cuando levantó el
arco para empezar a tocar su violín, se dió cuenta, consternado que
no era el suyo. Por error, tenía en sus manos el violín de un
compañero. Para un músico como él, esto era inaudito y se sintió
muy angustiado sin su querido violín. No obstante, comprendió que
no tenía otra alternativa que iniciar el concierto y empezó a
tocar.
Según
se cuenta, ese fué el mejor concierto de su vida.
Una
vez terminada su actuación y ya en el camerino, Paganini, hablando
con otro músico compañero suyo, hizo la siguiente reflexión:
-
Hoy he tenido la lección más importante de toda mi carrera. Hace
escasos momentos, creí que la música estava en el violín, pero me
he dado cuenta de que la música está en mí, y el violín sólo és
un instrumento por el cual mis melodías llegan a los demás.”
“El
poder de la palabra”.
“Un
sultán soñó que había perdido todos sus dientes. Después de
despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
- !Qué desgracia, Mi Señor!- dijo el sabio. Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- !Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
!Fuera
de aquí! !Castigadle!- gritó el Sultán enfurecido.
Más
tarde el Sultan consultó a otro sabio y le contó lo que había
soñado. Éste, después de escuchar al Sultán con antención, le
dijo:
- !Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos tus parientes.
El
semblante del Sultán se iluminó con una gran sonrisa y ordenó que
dieran cien monedas de oro al sabio. Cuando éste salía del palacio,
uno de los cortesanos de dijo admirado:
- !No es posible! La interpretación he habeis hecho de los sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo porqué al primero se le pagó con un castigo y a ti con cien monedas de oro.
El
segundo sabio respondió:
- Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice. Uno de los grandes desafíos de la humanidad és aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente serà aceptada con agrado.”
“La
pregunta más importante”
“Durante
mi segundo semestre en la escuela de enfermería, nuestro professor
nos hizo fun exámen sorpresa. Yo era estudiante consciente y leí
rápidamente todas las preguntas, hasta que llegué a la última:
- ¿Cual és el nombre de la mujer que limpia la escuela?
Seguramente
esto era algún tipo de broma- me dije-. Yo había visto muchas veces
a esa mujer. Era alta, de cabello oscuro, de unos cincuenta años;
pero ¿cómo iba yo a saber su nombre?
Entregué
mi exámen, dejando la última pregunta en blanco. Antes de que
terminara la classe, alguien le preguntó al professor si la última
pregunta contaría para la nota del exámen.
- Absolutamente- dijo el professor. En sus carreras ustedes conoceran a muchas personas. Deben aprender que todas son importantes. Todas ellas merecen su atención y cuidado, aunque sólo les sonrían y digan: !Hola ! o !Gracias!
Nunca
olvidé esa lección. Tambien aprendí que el nombre de la mujer que
limpiaba mi escuela era Elena.”
“La
misma tarea”
“Tres
albañiles estaban desempeñando la misma tarea, cuando un hombre que
desde hacía rato los observaba, se acercó a ellos.
El
hombre le preguntó al primer albañil:
- ¿Qué está usted haciendo?
A
lo que el albañil le respondió:
-
¿Acaso no lo ve?. !Estoy apilando ladrillos!
Y
continuó con su trabajo, después de hacer un gesto molesto, debido
a que consideraba que el hombre le había hecho una pregunta tonta y
de respuesta obvia.
El
hombre repitió la misma pregunta al segundo albañil. La respuesta
no se hizo de esperar:
- ¿No ve que estoy levantando una pared?
El
hombre, perseverante, volvió a formular la pregunta al tercer
albañil que también respondió al particular interrogatorio con una
amplia sonrisa llena de orgullo, diciendo:
-
!Estoy construyendo el hospital infantil del pueblo!”